Platos portugueses calientes para los días fríos
Son platos portugueses que aportan tradición, sabor y (muchas) calorías a la mesa, y ayudan a pasar el invierno de una manera más caliente. Calienta el cuerpo y alma con las sugerencias gastronómicas de All About Portugal.
Bajan las temperaturas, los días se acortan, pero… ¡el apetito aumenta! Llenos de sabor, tradición y calorías, los platos portugueses son una excelente arma para afrontar los días más fríos. Si eres una de esas personas que, a las primeras señales de lluvia, inmediatamente comienza a soñar con los deliciosos manjares que salían de las manos de su madre, abuela o tía, All About Portugal tiene seis sugerencias para ti. Descubre estos platos portugueses que son un verdadero consuelo, en calidad y cantidad, como dicta la tradición. Porque como dice el dicho popular: “el que no es apto para comer, tampoco es apto para trabajar”.
Cocido a la Portuguesa
Es uno de los platos portugueses más populares y se sirve en una bandeja grande, donde no faltan las verduras, las patatas, la carne y los embutidos, cocinados de forma apetitosa. Para acompañar un plato de arroz, porque en invierno nunca sobran los hidratos de carbono. El origen del plato es incierto – algunos dicen que es español –, lo que sí sabemos con certeza es que se come en todas las regiones de Portugal (cada una con sus particularidades) y que es capaz de saciar los apetitos más voraces.
Feijoada à Transmontana
Otro plato portugués igualmente reconfortante proviene de Trás-os-Montes, una región con una cocina deliciosa y abundante donde nunca falta un buen trozo de carne y muchos embutidos. Su ex-libris es la Feijoada à Transmontana, que se come el domingo Gordo (incluso antes del Carnaval) y prepara los estómagos para la abstinencia de Cuaresma. Frijoles rojos, una mezcla de carne de cerdo y diversas verduras componen este manjar, de origen medieval, que inspiró varios platos de feijoada portuguesa e incluso – dicen – dio origen a la famosa feijoada brasileña.
Callos a la Moda de Oporto
Es por este manjar de la gastronomía de Oporto que los habitantes de la ciudad son conocidos como "tripeiros". Cuenta la leyenda que el plato apareció durante los Descubrimientos portugueses, cuando era necesario cargar los barcos con provisiones. La buena carne se echaba en las carabelas, las tripas, despojos y vísceras se dejaban en tierra. Como “la necesidad agudiza el ingenio”, la imaginación dio origen a este plato que alimentó a los habitantes de la ciudad durante la conquista de Ceuta. es un símbolo del sacrificio de Oporto por la patria y un delicioso y cálido “monumento” de Invicta.
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Bacalhau à Brás
Es imposible hablar de platos portugueses sin mencionar el bacalao, un pescado nórdico que es el rey de la cocina portuguesa. Una de las razones de su éxito se debió a su fácil conservación, nuevamente durante los Descubrimientos, y hoy, en Portugal, hay 1000 formas de hacerlo. Una de las recetas más populares, y más consensuadas incluso entre quienes no les gusta este pescado, es el Bacalhau à Brás, una especie de fish and chips a la portuguesa, que, además de bacalao y patatas fritas, lleva huevo y, en muchas recetas, perejil fresco picado!
Alheiras de Mirandela
En un país donde los embutidos tienen un papel protagonista, la "alheira" destaca por su popularidad – forma parte de la carta de casi todos los restaurantes –, su versatilidad – hoy en día las hay de diferentes tipos: de carne, vegetariana e incluso de pescado – y su historia – ya que ayudó salvar a los judíos a finales del siglo XV durante la Inquisición. Las recetas originales exigían muchos trozos de pan – forma que encontraron los judíos para dar consistencia a la salchicha y sustituir al cerdo –, ternera, pollo, conejo, pavo o pato. Hoy es considerada una de las siete maravillas gastronómicas de Portugal y reconforta cualquier estómago, haga frío o sol.
Chanfana
Este manjar de la gastronomía portuguesa se elabora tradicionalmente con carne de cabra vieja, dentro de ollas de barro negro, bañada en vino y ajo, asada en hornos de leña. Hoy es un plato delicioso, obligatorio en las fiestas, pero según algunas versiones, e incluso algunas referencias literarias – desde Miguel Cervantes a Miguel Torga –, el plato aparece entre los más pobres, como un aprovechamiento de una carne demasiado dura y con un sabor demasiado intenso. Pudo (también) haber sido culpa de los franceses, durante las invasiones napoleónicas, que en un afán de venganza (con la gran derrota en Buçaco) robaron a la población los alimentos –animales incluidos– dejando atrás a las viejas cabras. Y como cada uno hace la guerra como puede, ¡los portugueses hicieron Chanfana para sobrevivir!
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