Juegos tradicionales portugueses: un legado que perdura
En una era donde los más jóvenes pasan horas “enganchados” a las pantallas, los juegos tradicionales son una excelente manera de cautivarlos para actividades más físicas y, al mismo tiempo, divertidas.
Creados hace muchos años, los juegos tradicionales portugueses continúan siendo ampliamente jugados por todas las generaciones. Estas auténticas manifestaciones de la cultura popular son una excelente manera de preservar tradiciones, muchas veces ancestrales, y también son una divertida sugerencia para quienes buscan distraer a los niños de las pantallas de las televisiones, tablets o teléfonos. También tienen la ventaja de ser, en general, baratos y, en algunos casos, gratuitos. La tradición en Portugal de este tipo de entretenimiento de carácter lúdico es muy amplia y hay regiones donde siguen reuniendo muchos aficionados. La Associação de Jogos Tradicionais da Guarda es un buen ejemplo de entidad dinámica en la difusión de este tipo de actividades que, garantiza su presidente a All About Portugal, es “transversal a Portugal y al mundo”.
La "malha" es uno de los más practicados en el país
Elsa Fernandes sostiene que los juegos tradicionales se practican con “fines sociales lúdicos, competitivos, educativos, deportivos o culturales, siempre que haya presencia humana”. La dirigente destaca que estas actividades tienen en cuenta condiciones como “la geografía, las costumbres, las prácticas agrícolas o la disponibilidad de materiales”, por lo que, en ocasiones, los mismos juegos pueden asumir “diferentes nombres” y “reglas adaptadas” a la realidad de las regiones donde se practican.
En todo el país, pero con mayor regularidad en algunos distritos del interior, existen entidades, como municipios o asociaciones recreativas y culturales, que continúan promoviendo encuentros, torneos o fiestas dedicadas a los juegos tradicionales. El juego de "malha" (parecido a la petanca), también conocido como fito o chinquilho, según las zonas, será uno de los más practicados en el país, reuniendo a amigos o familiares que pasan un buen rato los fines de semana o después del trabajo. Para jugarlo se necesita un suelo de tierra y dos equipos de al menos dos jugadores cada uno. El objetivo es dar con la “malha” en el blanco (normalmente de madera), o acercarse lo más posible.
En el distrito de Évora, por ejemplo, se realiza anualmente la "Festa da Malha", que reúne a diferentes generaciones en torno a esta actividad ancestral que requiere pericia y concentración. También en Alentejo, la Associação de Jogos Tradicionais do Distrito de Portalegre promueve torneos regulares de "malha" en varios municipios.
Un desafío muy apreciado y propicio para trabajar el espíritu de equipo y la ayuda mutua es el juego de tracción con cuerdas, que sigue estando de moda en muchas áreas, desde Trás-os-Montes hasta Aguiar da Beira o Guarda. Solo se necesita una larga cuerda de sisal, un objeto para delimitar el medio, como un pañuelo, y mucha fuerza y energía de los distintos elementos de cada equipo, que debe tener preferentemente jugadores de constitución física y edades similares. Gana el grupo que logra arrastrar a los contrincantes hasta cruzar la línea que delimita la mitad de la cuerda, donde inicialmente se colocó el pañuelo. El equipo cuyos elementos caen o sueltan la cuerda también pierde.
Los "expertos" en la peonza están orgullosos de sus habilidades
Las carreras de sacos son otro de los juegos con gran tradición en Portugal y que siguen regalando muchas risas y momentos de pura diversión en todo el país. Todo lo que necesitas son bolsas de arpillera, varios jugadores y un espacio, preferiblemente al aire libre. También se aconseja destreza física y espíritu de competición. El primero en cruzar la línea de meta es el ganador. Puede practicarse con los participantes colocados uno al lado del otro o en equipo, del tipo “relevos”. Se llevan a cabo en reuniones de juegos tradicionales, reuniones familiares, entre amigos o en un contexto escolar.
Adecuado para niños y jóvenes, y generalmente disfrutado por personas de diferentes edades, es la peonza. Los “expertos” se enorgullecen de hacer girar sus peonzas durante el mayor tiempo posible, mientras “empujan” a sus oponentes fuera del círculo previamente definido. Incluso hay quien coja la peonza en movimiento y la haga girar en la mano, lo que no es recomendable para los más pequeños. No necesita mucho espacio y la peonza -normalmente de madera, con punta o aguijón de metal- es barata e incluso se puede jugar solo, aunque no es tan divertido.
La peonza y las carreras de trompos son dos de los juegos que también se juegan en Bragança, donde el municipio local suele organizar, con el apoyo de la Associação de Jogos Populares do Distrito de Bragança, el Encuentro de Juegos Tradicionales del Municipio. La "raiola" es también un juego de gran tradición en los contextos rurales y que sigue fomentando el “paso del testimonio” entre los mayores y los más pequeños, sin olvidar las mejores “tácticas” para, desde la zona de lanzamiento, lanzar las monedas lo más cerca posible de una línea previamente demarcada. Hay tradición de "raiola" en muchos lugares del Nordeste, como en Freixo de Espada à Cinta, o en la zona de Guarda. Se puede jugar individualmente o en equipos, siendo un gran pasatiempo y pretexto para socializar con amigos.
Se necesita destreza y equilibrio para caminar sobre zancos
Los zancos son otro de los juegos que la Associação de Jogos Tradicionais da Guarda suele llevar a las iniciativas que promueve o a las fiestas populares. Los más pequeños quedan fascinados al ver que quienes suben a los zancos ganan una altura casi “gigante”, mientras los manejan con gran destreza y equilibrio, intentando “caminar” más rápido que sus oponentes, con el fin de llegar a la meta primero. La historia cuenta que los zancos se inventaron para ayudar a cruzar los arroyos sin que la gente se mojara. Dependiendo de la confianza, destreza y espíritu aventurero de cada uno, existen zancos de distintos tamaños, que dejan a los “jugadores” a distintas distancias del suelo.
Golpear con un palo una vasija de barro suspendida en el aire, con los ojos vendados, es el objetivo del juego de la "cantarinha" (vasija), otro símbolo de la cultura popular en diferentes regiones, como Guarda, Aguiar da Beira o Alfândega da Fé. Las vasijas se pueden “llenar” de agua, harina o tierra que suelen caer sobre los jugadores. Con reglas similares, en Bragança tiene el sugestivo nombre de “Paulada ao Cântaro” (en castellano: golpeando la vasija). Para asegurar más risas, los jugadores giran varias veces antes de “atacar” las vasijas.
A su vez, el juego de la rayuela sigue siendo muy practicado en todo el país. Ya sea en patios de colegios, guarderías, parques infantiles donde, en ocasiones, se encuentran con los números ya marcados en el suelo, o en cualquier espacio donde sea posible realizar las marcas a mano - con la ayuda de un palo, si es necesario -, en tierra, arena o con una tiza, si es cemento o alquitrán. Es muy bueno para entrenar el equilibrio y la coordinación motora, ya que el recorrido, normalmente con nueve cuadadrados, se tiene que hacer salntando en un pié.
Aunque ya han estado más de moda, los juegos tradicionales siguen, aun así, a la altura de la tradición en Portugal y constituyen una forma lúdica de entretener a las diferentes generaciones en torno a actividades que no requieren tecnología. Acepta el desafío All About Portugal y pasa un día agradable con amigos o familiares.
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